Tradicionalmente, los avances más importantes y útiles para los ciudadanos de a pie han venido de la mano de grandes gestas, proyectos, o inversiones millonarias en los deportes de alto nivel, todos ellos motivados por la necesidad de optimización y máxima exigencia; por ejemplo el GPS e Internet surgieron de la necesidad del ejército para mejorar la localización y las comunicaciones, las cámaras de los móviles o la leche en polvo fueron inventos de la NASA para alimentar a los astronautas y reducir el tamaño de las cámaras fotográficas, y los tejidos ultratranspirables fueron diseñados para deportistas de alto nivel y que hoy podemos encontrar en cualquier cadena de ropa deportiva por un módico precio
Si miramos al automóvil, la mayoría de sus principales avances provienen de la Formula 1, el deporte de motor donde más millones se invierte y se experimenta en el desarrollo de nuevas tecnologías para optimizar el vehículo y ganar unas milésimas de segundo al contador. Algunos ejemplos de estas innovaciones que actualmente están presentes en los automóviles que circulan por nuestras calles han sido el sistema de freno de disco, el turbocompresor, la suspensión adaptativa, o el KERS (el sistema de recuperación de energía que usan muchos vehículos híbridos).
Pero de un tiempo a esta parte, ha cambiado el sentido del ciclo, y los ciudadanos ya no necesitamos esperar a que una gran inversión provoque en un avance tecnológico; cada vez son más las empresas que apuestan por el mercado e invierten directamente sus investigaciones en las necesidades de las personas y de la sociedad.
El 13 de septiembre de 2014 vi la retransmisión en directo de la carrera inaugural de la “Formula E”, comenzaba el primer campeonato de vehículos eléctricos, unos monoplazas con chasis de F1 pero impulsados por motores eléctricos, y a diferencia del pasado esto fue una respuesta de un avance en los vehículos de calle; ese mismo año Tesla ya había vendido 31.650 unidades de su “Model S”.
Nuestro sector es uno de los que más depende de la innovación, y la mayoría de las veces, son los fabricantes de componentes los que gracias a sus departamentos de I+D+I hacen posibles esos avances, por ejemplo los ADAS (Sistemas avanzados a la asistencia de la conducción), cajas de cambio más eficientes, faros adaptativos, sistemas diésel que reducen las emisiones contaminantes hasta 10 veces por debajo del límite, la mayoría de ellos centrados en la seguridad y en la reducción de emisiones contaminantes.
Quizás estemos viviendo la era dorada de la innovación en la industria del automóvil en todas sus vertientes, tanto en el diseño de nuevas tecnologías para los nuevos modelos, como en novedosos equipos y maquinaria para taller que ayudan en el día a día de la posventa, componentes que aumentan su durabilidad y facilitan el intercambio, o incluso pinturas con una aplicación más sencilla y acabados de altísima calidad.
Todos estos avances buscan hacernos la vida más fácil, económica, segura, y respetuosa con el medio ambiente, durante toda la vida útil del vehículo. No se si en un futuro cercano veremos a un DeLorean volador alimentado con residuos orgánicos como en Regreso al Futuro 2, pero no pierdo la esperanza.