La semana pasada tuve que hacer una de las tareas más duras y difíciles de mi puesto, despedir a varios compañeros; son grandes profesionales, con una dilatada experiencia, tenían una gran dedicación por la empresa, y siempre tendrán mi recomendación allá donde vayan ¿el motivo? La estrategia de la empresa para este año ya no contaba con ellos…
Esto ha hecho que me replantee mucho más los valores de una empresa; en importancia dentro de una empresa ¿en qué escalafón se sitúa el equipo humano que lo integra? Y ¿Cuánto influye en el éxito de un proyecto/empresa las personas que lo llevan a cabo?
Para mí, Jorge Torres, personalmente, mi equipo (el buen equipo) es la empresa, el edificio es irrelevante porque nos podemos mudar, los proveedores y clientes van y vienen (dependemos de ellos, pero en el fondo no dejan de ser otras empresas que colaboran de una forma u otra contigo para que ambos ganen dinero), las materias primas y existencias cambian, pero las personas que lo integran son los que hacen que la empresa se mueva, que el proyecto siga vivo, y dé un valor diferenciador al mercado, que tenga ese “Je ne sais quoi” que consigue sobresalir del resto.
Invertir dinero siempre es un riesgo, aunque te diga el banco “no te preocupes, no tiene riesgo” siempre lo tiene porque durante un periodo de tiempo, aunque sea muy corto, no podrás disponer de él… pero si hay algo en lo que creo que es una gran inversión es sin lugar a dudas en los empleados de tu empresa. Puede existir algún holgazán o persona tóxica en el equipo, pero para eso existen los despidos y gente muy válida en el paro, pero si consigues rodearte de un gran equipo, antes que adaptar la plantilla a las necesidades de la empresa, prueba a hacerlo al revés, replantear la estrategia al equipo con el que cuentas, seguramente que, si son gente válida, no tardarán mucho en obtener frutos.
Hay una frase de Richard Branson (repetida hasta la saciedad, yo mismo ya la he usado y no me cansaré de usarla, ni dejaré de creer en ella) “SI CUIDAS DE TUS EMPLEADOS, ELLOS CUIDARÁN DE TUS CLIENTES”, y los trabajadores de hoy en día valoran más el salario emocional que el económico (no me malinterpretéis, poderoso caballero es don dinero, pero también hay otras cosas en la vida), hay ciertas acciones hacia los empleados que ya se valoran más que un aumento de sueldo: el horario flexible, teletrabajo, días extra de vacaciones, premios en especie por productividad, crecimiento en la empresa, formación, catering, seguro médico privado, gimnasio, jornadas familiares de la plantilla, reconocimiento público… incluso leí un día algo que me sorprendió, parking para patinetes eléctricos (la empresa instaló una zona de parking y punto de recarga para los patinetes de sus empleados, y esta acción fue recibida con gran entusiasmo por la plantilla)…
Si a estas alturas aún hay a quién no he convencido, gente más pragmática que se fija en la importancia de los números y la economía, aquí van unas cifras abrumadoras: Diversos estudios de universidades (Harvard, Cambridge…), revistas prestigiosas (Forbes, The Economist, …), y grandes empresas de todo el mundo, coinciden en que: “Las empresas que implantan programas de felicidad en el trabajo aumentan su productividad en casi un 40% y reducen el absentismo entre un 43% y un 50%”. ¿No es para pensárselo?
Ya es difícil encontrar a una persona con experiencia en un puesto y sector determinado, además que encaje en un equipo que ya tiene su forma particular de hacer las cosas, y cuando lo consigues y una vez está rodando, con todo el conjunto engranado, si se decide prescindir de él, ya nada volverá a ser como antes, faltará ese eslabón que has forjado, y el resto de la cadena apreciará incertidumbre más que esperanza en el futuro proyecto común.
A mis excompañeros, a nivel profesional muchas gracias por vuestro apoyo y por aportar lo mejor de vosotros, y a nivel personal gracias por ser como sois y por enseñarme otras formas de vivir la vida.